
No quiero derrumbarme al oir tu voz.
Debo protegerme porque no vale de nada exponer mis sentimientos ni pensamientos, porque eso me hace daño.
Debo mantenerme fría y distante para sobrevivir sin ti… pero eso, a la vez, me consume...
Sé que tienes tus obligaciones, tus compromisos, tus horarios, pero recuerdo con tristeza los días en que nada de eso impedía que brotaran tus palabras.
Son ellas las que me dan la vida, las que hacen que tenga un motivo para seguir adelante, son mi motor…
Y ahora, en ausencia de ellas y sin tu presencia, me difumino… haciéndose mi imagen borrosa y distorsionada…
Esa es mi coraza… es la que tú has creado y el único que la puede derribar.
Quisiera expresarte tantas cosas... y no puedo… porque en ese momento moriría.
Aunque… qué mejor regalo que la muerte…?
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