jueves, 20 de agosto de 2009

23 días desde que rasgaste la ruta de viaje. Sin rumbo por las carreteras del norte, rumiabas el dolor que me ibas a provocar.
Yo lo intuía y no encontraba la salida al futuro. Silencios eternos.
Primero una leve quemadura de cigarro, que asusta pero pasa rápido. Después, tus palabras fueron grabando a fuego en cada capa de piel, músculos y huesos de todo mi ser.. y allí quedarán para siempre unas cicatrices que aún supuran.
La tristeza se apoderó de mí y la desesperación brotó como la ardiente lava, arrasando todo a su paso y nublando mi capacidad de raciocinio... enloquecí.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Frase repetitiva rebotando en mi cabeza...y aún sin respuesta.
Languidez, decaimiento, pesadumbre, dolor físico, deshidratación.

Pasan los soles dejando horas de rutina que te minan la existencia, deseoso de una vida mejor.
Lucha con paciencia, paciencia por lucha... pero, ¿con qué armas batallaremos?

El tic-tac de un latido en la sien desaparece poco a poco, pero el papel arrugado nunca volverá a presentar su alisado, huella al fin de unas horas que no querría haber vivido jamás.

martes, 18 de agosto de 2009

Quiero ser exploradora de almas, sanadora de tu sueño imperfecto, remedio de la afonía de tu corazón, bálsamo de tu ánimo. Me arrebataste el título de todo aquello, como a un niño que juega con una figura de cristal.
Me caí del pedestal y aterricé en un día cualquiera. Lejos quedaron los paraísos donde perderse; lejos están los que estén por venir.
La rueca de la vida sigue, pero yo no me quiero soltar.
Todo lo que no aprendí, las oportunidades que no tuve o no supe aprovechar, se están volviendo contra mí. Estrechan su cerco, me acorralan y hasta me persiguen en sueños, me atan de pies y manos y devoran la palabra libertad.
Las cosas por las que más he luchado se hunden a cada paso que doy y penden de un hilo mientras hacen cabriolas de funambulista.
Escribo mientras camino por las calles vacías de una ciudad que duerme en verano, y ya no quiero pensar más...

lunes, 17 de agosto de 2009

Vivo sin vivir en mi... esperando algo que no sé si llegará.. que no sé ni lo que es...
Busco una paz interior que no llega, y en su lugar, el vacío me llena, me ahoga, me desestabiliza...
Sufro las distancias diarias, los malentendidos, las conversaciones no mantenidas, la desilusión ajena que contagia la propia, las lágrimas no derramadas contenidas hasta la extenuación.
Sufro... y el comienzo del fin del túnel no tiene fecha prevista.
¿A qué me voy a aferrar para mantenerme a flote? La tormenta se llevó mi chaleco anti balas y me dejó desnuda de fuerzas.
Y así, desprovista de toda protección, remendaré las piedras de la atalaya donde deberé permanecer hasta que todo llegue a su fin...