Deambulando por el centro de Sevilla, al final encuentro un lugar donde emular a los parisinos, escribiendo en mi nuevo bloc de notas, sentada viendo a la gente pasar, tomando un café solo y esperando que llegue la hora de entrar en la oficina, lugar en el que me quedarán cuatro horas por delante...
Nueva etapa en el trabajo, reduciendo mi jornada laboral a la mitad por deseos de la puta de mi ex-jefa (puta en el sentido literal de la palabra). Lo de metafórico se lo dejaré para otra ocasión.
Y ahora, ajena a las responsabilidades y el ajetreo, intento disfrutar de la paz y la calma, sin estrés, sin madrugar y dejando que el tiempo pase hasta las 3.
Debido al deficitario transporte desde el lugar en el que vivo a la ciudad, intento (en vano) ocupar el tiempo en recados sin importancia, largos paseos y dejando tras de mí ropa repartida en sillas y cama sin hacer...
Es extraño no poder hacer todo lo que necesito durante las mañanas. El cuerpo me pesa mientras apago el despertador una y otra vez...
Otro día (el cuarto) sin levantarme a las 6:15 am... otro día sin aprovechar la mañana, tareas domésticas retrasadas...
Semana de transición, descolocamiento mental y ocupacional.
Los días grises, amenazantes de lluvia, aletargan mi cuerpo y despiertan mis sentidos.
Si no encuentro la fuerza para aprovechar el tiempo, éste caerá sobre mi cabeza y me aplastará sin remedio.
Dos libros sin terminar y otros miles por empezar me esperan acumulando polvo en mi mesa, deseosos de ser abiertos y devorados!
Por otro lado, estoy ansiosa por comenzar otra etapa (no sin miedo), un nuevo trabajo, gente nueva, responsabilidades, movimiento, ACCIÓN!!!!
Pero eso será en otro post...
jueves, 23 de octubre de 2008
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