23 días desde que rasgaste la ruta de viaje. Sin rumbo por las carreteras del norte, rumiabas el dolor que me ibas a provocar.
Yo lo intuía y no encontraba la salida al futuro. Silencios eternos.
Primero una leve quemadura de cigarro, que asusta pero pasa rápido. Después, tus palabras fueron grabando a fuego en cada capa de piel, músculos y huesos de todo mi ser.. y allí quedarán para siempre unas cicatrices que aún supuran.
La tristeza se apoderó de mí y la desesperación brotó como la ardiente lava, arrasando todo a su paso y nublando mi capacidad de raciocinio... enloquecí.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Frase repetitiva rebotando en mi cabeza...y aún sin respuesta.
Languidez, decaimiento, pesadumbre, dolor físico, deshidratación.
Pasan los soles dejando horas de rutina que te minan la existencia, deseoso de una vida mejor.
Lucha con paciencia, paciencia por lucha... pero, ¿con qué armas batallaremos?
El tic-tac de un latido en la sien desaparece poco a poco, pero el papel arrugado nunca volverá a presentar su alisado, huella al fin de unas horas que no querría haber vivido jamás.
jueves, 20 de agosto de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario