miércoles, 1 de junio de 2005

Intuyo la no felicidad ajena; y justo en esos instantes, la poca o mucha que yo pudiera poseer se desvanece, convirtiéndose en una sensación de egoísmo indescriptible.
No soy digna de un momento de alegría si la gente que yo quiero no se encuentra bien.
Quisiera poder contagiar al mundo en mis escasos momentos en los que algo de positividad se instala en mí.
Aún así no me falta capacidad para creer que al resto del mundo le esperan cosas bellas cuando yo estoy por los suelos.
Extraña sensación la de ver la esperanza en el ojo ajeno cuando en el mío sólo hallo...

1 comentario:

M. dijo...

en tus ojos sólo hay belleza, cariño y mucho amor por dar..por eso te quiero...